Autora: Pilar Hernández de la Fuente
La culpa: esa emoción estigmatizada
El primer impulso a la hora de comenzar a escribir sobre la culpa es el de buscar la definición de aparece en cualquier diccionario y revisar con exactitud de que nos está hablando.
El diccionario indica:
Falta o delito que comete una persona de forma voluntaria.
Por ejemplo "el ladrón se entregó dispuesto a pagar sus culpas"
Responsabilidad o causa de un suceso o de una acción negativa o perjudicial, que se atribuye a una persona o a una cosa.
Por ejemplo "la culpa de que te echaran del instituto es únicamente tuya"
"el mal tiempo tuvo la culpa de que se suspendiera la regata"
LAS DIFERENTES CONNOTACIONES DE LA CULPA
Ambas definiciones presentan connotaciones negativas y referidas al no cumplimiento de las normas, pero también me gustaría ofrecer una interpretación del término más positiva y encauzada hacia la regulación de conductas.
Cuando hacemos referencia a la culpa no cabe duda que nos encontramos ante una emoción estigmatizada, cargada de negatividad y de la cual parece que tenemos que huir.
Creo que nadie de nosotros desearía tener este sentimiento, pues eso significa que algo no hemos hecho bien.
Ya desde tiempos remotos la culpa ha ido asociada a la realización de actos de arrepentimiento, actos de constricción y a buscar un propósito de enmienda. Por otra parte también ha estado asociada al castigo como forma de restablecimiento de la normalidad.
La culpa por tanto esta muy asociada a la educación recibida a los valores, las creencias y las normas que principalmente la familia nos inculca desde que nacemos.
LA CULPA EN SENTIDO POSITIVO Y ADAPTATIVO
Dicho esto podríamos decir que la culpa es un regulador social y personal que lo que busca es reestablecer el equilibrio del sistema. De alguna manera por tanto es una emoción positiva que busca reparar un daño. Se trata de un mecanismo de salud mental que las personas poseemos. A su vez nos permite identificar que ha habido un acto transgresor, que he cometido un error y que por lo tanto puedo realizar algo para repararlo.
También es cierto que muchas personas por sus características personales y la educación recibida tienen gran predisposición a “culparse” por todo lo ocurrido a su alrededor incluso por cuestiones que no tienen nada que ver con ellos. Estas personas son las grandes “sufridoras”, probablemente me imagino personas sumisas, abnegadas, con escasa inteligencia emocional y con tendencia a la depresión y la ansiedad.
Sentirnos culpables es algo adaptativo de nuestra especie, pues se trata de un mecanismo que, nos da pie al arrepentimiento y por lo tanto al intento por reestablecer la normalidad previa.
Cuando se trabaja sobre esta emoción en la consulta es importante ver cuales son los valores a los que asociamos la culpa, de manera que podamos trabajar con los pacientes aquellas emociones bloqueantes para la persona. Para ello es importante poder definir cual ha sido el acto transgresor, de manera que me permita saber donde se genera la culpa.
En función de donde se sitúe la persona en torno a la culpa que siente la intervención tomará un camino u otro. Trabajar la culpa es importante desde el punto de vista cognitivo pues puede ir asociado a patologías como depresión o ansiedad que requieran intervención profesional.
Como finalización, lanzar la idea de que las personas tenemos derecho a sentirnos culpables ante acontecimientos que probablemente desbordan nuestras capacidades de afrontamiento. Que el sentir esa culpa es algo que puede perdurar en el tiempo y que debemos permitirlo, ya que forma parte del proceso de reestructuración de la persona. Es importante desestigmatizar esta emoción y proporcionarle la normalidad que requiere asociada a la función que realiza, pero para llegar a esta conclusión es necesario trabajarlo a nivel cognitivo y analizar si la culpa impide al individuo en el afrontamiento de situaciones diarias.
En eidem te ayudaremos. No dudes en consultarnos.
Te mereces ser feliz, comienza a trabajar por tu bienestar cuanto antes.