El ejercicio de la tortuga es una técnica educativa que podemos practicar con nuestros hijos e hijas y que les va a enseñar a relajarse ante situaciones amenazantes y a su vez a evitar conductas impulsivas.
Es una técnica de relajación aplicada a niños.
Ayuda a fomentar el autocontrol y la agresividad que son dos síntomas frecuentes en niños con TDAH.
Se puede aplicar a partir de los 3 años.
El juego consiste en ayudar a los niños y niñas a aprender a relajarse, replegando su cuerpo, como hacen las tortugas. De esta forma relajarán sus músculos y evitaran actuar de forma impulsiva. Es importante desarrollar habilidades de autocontrol ante conductas impulsivas. Con la técnica desarrollaran también habilidades para reconocer, expresar y manejar sus emociones. Además es de fácil aplicación y proporciona a los niños y niñas medios para canalizar su propia ira.
INSTRUCCIONES
Preparación: En primer lugar les contamos el cuento de la tortuga
Explicación: Les explicamos que al igual que la tortuga se metía en su concha cada vez que sentía ira y enfado, nosotros podemos hacer lo mismo y meternos en una concha imaginaria para relajarnos hasta que se nos pase el enfado y de esta forma no reaccionar con conductas impulsivas.
Para llevar a cabo esta técnica, emplearemos varias semanas de entrenamientos, para que poco a poco los niños y niñas adquieran esta respuesta.
La técnica consta de 4 etapas de aprendizaje y entrenamiento hasta la generalizacion a diferentes situacion y contextos.
Se harán varios entrenamientos y en diferentes momentos les diremos la palabra tortuga.
Una vez a aprenda a replegarse le enseñamos a relajarse dentro del caparazón. Haremos también varios entrenamientos.
Despues generalizaremos a otras situaciones: por ejemplo cuando tus padres se enfadan contigo, te pones furioso, tenemos que relajarnos como la tortuga. Le pediremos también que emplee la técnica cuando se encuentre ante cualquier situación en la que se sienta furioso.
CUENTO DE LA TORTUGA
Hace mucho tiempo había una hermosa tortuga que tenía (4,5,6,7,8) años y que se llamaba Pepe. A ella no le gustaba demasiado ir al cole.
Prefería estar en casa con su hermano menor y con su madre. No le gustaba aprender cosas en el colegio. Prefería correr, jugar. Era demasiado pesado hacer fichas y copiar de la pizarra. No le gustaba escuchar al profesor, era más divertido hacer ruidos de coches y nunca recordaba qué es lo que tenía que hacer. A Pepe lo que le gustaba era enredar con los demás compañeros, meterse con ellos y gastarles bromas.
Cada día, cuando iba camino del colegio, se decía que intentaría no meterse en líos, pero luego era fácil que alguien hiciera que perdiera el control, y al final se enfadaba, se peleaba y el profesor le reñía o le castigaba.“ Siempre metido en líos”, pensaba.“ Como esto siga así voy a acabar odiando al colegio y a todos”. La tortuga lo pasaba muy pero que muy mal. Un día de los que peor se sentía encontró al viejo señor Tortuga, el más sabio del lugar.
Cuando el señor Tortuga vio a Pepe le preguntó por qué estaba tan triste, y Pepe le contó lo que le pasaba, que siempre se metía en problemas y que se portaba mal sin saber por qué. El señor Tortuga le sonrió y le dijo que comprendía lo que le había contado porque hacía mucho tiempo, antes de que fuera tan sabio, él también se enfadaba cuando hacía cosas que no estaban bien. Pepe se sorprendió y le preguntó cómo había aprendido a portarse bien. El señor Tortuga le dijo:” Bien, Pepe, he aprendido a utilizar mi protección natural, mi caparazón”.
“Tú también puedes esconderte en tu concha siempre que tengas sentimientos de rabia, cuando tengas ganas de gritar, de pegar, de romper cosas. Cuando estés en tu concha puedes descansar hasta que ya no te sientas tan enfadado. Así que la próxima vez que te enfades! métete en tu concha!
El señor Tortuga le contó a Pepe que había aprendido a dominarse en las situaciones difíciles metiéndose en su caparazón, respirando profundamente y relajándose (soltando todos sus músculos, dejando que cuelguen manos y pies, no haciendo nada de fuerza con su tripa, respirando lentamente, profundamente). Además, pensaba cosas bonitas y agradables mientras se estaba relajando.
Después pensaba en la situación en la que se encontraba y en la forma de solucionarla.
Planteaba cuatro o cinco ideas e imaginaba lo que sucedería si ponía en práctica cada una de estas cosas.
Finalmente seleccionaba la mejor.
Así es como llegó a ser sabio. Bien, Pepe se entusiasmó realmente con la idea. Fue más a gusto al colegio cada día pues tenía muchos amigos y su profesor y sus padres estaban muy contentos con él.
Pepe siguió practicando cómo solucionar las situaciones difíciles hasta que verdaderamente lo hizo bien. Tu puedes también hacer lo que hace Pepe. Cuando estés muy enfadado y veas que vas a meterte en líos, puedes aislarte en tu caparazón, relajarte y decidir qué es lo que deberías hacer
RESULTADOS
Como cualquier técnica de relajación, si se practica resultará muy eficaz y permitira a los niños relacionarse con su entorno de manera mas exitosa.
En eidem podemos ayudarte.