La fibromialgia es una enfermedad crónica que se caracteriza por dolor musculoesquelético generalizado, con una exagerada hipersensibilidad en múltiples puntos del organismo, donde no hay alteraciones demostrables.
Habitualmente se relaciona con una gran variedad de síntomas, entre los que destacan la fatiga persistente, el sueño no reparador, la rigidez generalizada y los síntomas ansioso-depresivos.
La sintomatología afecta a la actividad diaria, lo que supone una importante limitación. Alternan periodos libres de síntomas o con síntomas menos intensos, donde tienen una rutina normal, con periodos de alta intensidad de los síntomas, principalmente dolor y fatiga, donde bajan considerablemente su actividad.
En numerosas ocasiones, se sienten incomprendidas ante un diagnóstico que "no encuentra una causa" y muestran culpabilidad por "sentirse enfermas" sin razón aparente.
Todo esto hace que la terapia psicológica sea vital para ayudar a la persona afectada a saber convivir con esta enfermedad.
La terapia psicológica cognitivo-conductual se ha demostrado ser la más efectiva en el tratamiento de la fibromialgia. Consiste en:
Controlar los aspectos emocionales, como la ansiedad y la depresión, a través de desarrollar habilidades de afrontamiento que le permitan responder adecuadamente al dolor, como la relajación y técnicas de autocontrol emocional.
Modificar los aspectos cognitivos como las creencias erróneas sobre la enfermedad, relacionadas con ideas irracionales a cerca de la falta del desempeño y autoexigencias.
Adiestrar en estrategias comportamentales de organización y planificación del tiempo, delegación y disfrute de actividades placenteras.
Modificar sus interacciones sociales que pudieran estar agravando el cuadro clínico. A veces se produce un rechazo hacia toda interacción social, lo que a su vez produce problemas interpersonales y reacciones emocionales negativas que contribuyen a incrementar la percepción de empeoramiento.
En la Terapia Cognitivo-Coductual se trabajan las siguientes fases:
a) Fase de la información y la educacional. Se informa al paciente sobre la naturaleza de su trastorno y de los recursos para afrontarla de la mejor manera.
b) Educación familiar. Las personas con fibromialgia necesitan un apoyo adicional en el entorno familiar. Este apoyo pasa necesariamente por una educación familiar adecuada. Se hace necesario un compromiso, un entendimiento y una colaboración familiar.
c) Adiestramiento en la terapia cognitivo-conductual.
d) Fase de puesta en práctica. En la que el paciente comprueba y optimiza los recursos para controlar los síntomas de la fibromialgia.
Una intervención acertada en manos de un especialista mejorará la capacidad de afrontamiento de la enfermedad y el control del dolor, subirá su autoestima y mejorará su estado emocional, lo que repercutirá en su calidad de vida.
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