Hoy día, con las tecnologías que tenemos a nuestro alcance, asistimos diariamente a una gran cantidad de información, opiniones y afirmaciones que damos por válidas muchas veces sin someterla a nuestro filtro. Dada la inmediatez y rapidez con la que la información aparece en las redes y en los medios de comunicación, se nos hace cada vez más difícil contrastar esa información para construir nuestro propio criterio.
El pensamiento crítico es un proceso cognitivo que hay que educar si queremos tomar nuestras propias decisiones con coherencia, lo que nos dará confianza y seguridad y afianzará una buena autoestima. Este pensamiento crítico es lo que hace a las sociedades que se cuestionen las afirmaciones heredadas y que evolucionen adaptándose a la realidad social.
Pero si no tenemos nuestro propio criterio podemos dejarnos llevar o influenciar por la presión social o de grupo que no siempre responde a lo que decidiríamos si hubiéramos dedicado tiempo a analizarla.
Para poder entenderlo mejor, os mostramos los pasos en el proceso de generar nuestro propio criterio.
Definir el tema que nos cuestionamos o sobre el que tenemos interés
Obtener información desde todos los ámbitos y opiniones encontradas
Contrastar las informaciones y datos que facilitan las distintas fuentes
Analizar lo recabado con visión objetiva y crítica, viendo los pros y contras, la consistencia o no de las mismas para poder filtrarla
Asociaremos ideas y conocimiento para enriquecerla
Daremos forma a los distintos argumentos para poder debatirlos y darle consistencia
En esta fase ya podemos tomar la decisión sobre cuál va a ser nuestro propio criterio y el compromiso que con él queremos adquirir.
Al mismo tiempo, es importante conocer las habilidades que nos pueden ayudar a defender nuestro punto de vista:
La tolerancia nos permite entender que hay opiniones distintas a la nuestra y que no tenemos porque estar en posesión de la verdad absoluta.
La asertividad nos ayuda a defender nuestras ideas, sabiendo que tenemos derecho a ello y entendiendo que los demás también tienen derecho a tener las suyas.
Escucha activa: capacidad para prestar atención a lo que opinan los demás y al mismo tiempo que se sientan escuchados
Capacidad comunicativa: hablar con claridad, precisión y concreción, respetando los tiempos del uso de la palabra de cada uno y manejando el lenguaje verbal y no verbal.
Con la empatía podemos entender las motivaciones que llevan a otras personas a pensar de esa manera por su historia o sus aprendizajes. Empatizar no significa mimetizarnos, es entender pero manteniendo nuestro criterio.
Flexibilidad: Ser capaz de cuestionarnos nuestros propios aprendizajes o creencias nos facilitará tener criterios adaptados a las nuevas realidades.
No siempre es fácil tener un criterio propio y cuando no lo tenemos nos puede generar:
Inseguridad por no tener clara nuestra decisión
Sensación de pasividad hacia fuera por no tener argumentos para reafirmar nuestro criterio y enfado hacia adentro cuando no somos coherentes con nosotros mismos.
Baja autoestima por no sentirnos hábiles o capaces de afrontar la situación
Incapacidad a la hora de tomar decisiones por miedo a equivocarnos
Conductas evitativas que pueden llegar a aislarnos
Cuadros de ansiedad por no tener control sobre la situación.
I
Identificar las debilidades y trabajarlas para fortalecerlas es paso previo para tener bienestar. En eidem podemos ayudarte.