Es habitual que a nuestras consultas acudan padres preocupados por la autoestima de sus hijos. Pero, ¿Qué es la autoestima?, ¿cómo sé si mi hijo tiene una autoestima saludable?, ¿puedo influir positivamente en su autoestima?
Para empezar, entendemos la autoestima como la valoración que realizamos de nosotros mismos, esta valoración está basada en todos los pensamientos, sentimientos y experiencias que hemos ido acumulando durante nuestra vida.
Es a partir de los 5-6 años cuando empezamos a formar un concepto de cómo nos ven a nuestro alrededor, en especial los adultos con los que convivimos (padres, maestros) pero también nuestros iguales (compañeros, amigos). De esta forma, también a esta edad se empieza a ser consciente de las experiencias que vamos adquiriendo.
En la formación de la autoestima influyen diferentes factores: Personales (la imagen corporal, las habilidades físicas e intelectuales), personas significativas (padres, familiares cercanos, profesorado, amigos) y factores sociales (valores sociales, culturales, creencias).
¿Cuándo debemos sospechar que la autoestima de un niño es negativa?
Cuando un niño no confía en sí mismo tampoco lo hará en los demás. Puede ser tímido, hipercrítico, poco creativo y en ocasiones podría desarrollar conductas de riesgo, desafiantes y agresivas. Esto provocará rechazo en los demás, lo que a su vez repercutirá de forma negativa en su propia valoración.
Conductas indicadoras de autoestima positiva:
Tener ganas de intentar cosas nuevas, de aprender, de hacer nuevas actividades.
Ser responsable de las cosas que hace.
Tener conductas pro-sociales.
Confiar en uno mismo y en su propia capacidad para influir sobre los acontecimientos.
Manifestar una actitud cooperadora.
Ser capaz de tener autocrítica.
Aprender de los errores cometidos.
Conductas indicadoras de autoestima negativa:
Rehuir el intentar actividades deportivas, sociales o de cualquier tipo por miedo al fracaso.
Engañar. Mentir. Echar la culpa a otros. Conductas regresivas (hacerse más pequeño de lo que le corresponde por su edad).
Comportamientos no sociales.
No confiar en sí mismo.
Creer que no se tiene capacidad de control sobre las cosas que pasan a su alrededor.
Agresividad, timidez o violencia excesiva.
Tener una negación frecuente hacia los demás.
Frustrarse con facilidad.
Debemos tener en cuenta que todos los niños en alguna ocasión presentan síntomas de autoestima negativa. La intensidad de las conductas que antes hemos descrito, así como su duración en el tiempo determinarán si tenemos que buscar ayuda profesional.
En eidem podemos ayudarte
¿Qué podemos hacer desde casa?
Elogiar: A los niños les encantan que se les tenga en consideración y se refuercen positivamente las cosas que hacen bien. Los elogios deben ser específicos y sinceros para que tengan un efecto positivo. Es más importante centrarse en los aspectos positivos de un menor que en los negativos.
Escuchar y responder: Los padres deberían hacerles saber a sus hijos que sus preguntas y opiniones son importantes. Es habitual que por las obligaciones y las tensiones del día a día no hagamos caso a cosas que nos dicen los niños. Si los padres no ponen atención a lo que sus hijos dicen, o si actúan como si lo que dicen no tuviera sentido o es aburrido, sus hijos pensarán que no son importantes.
Ofrecer y tratar con respeto: Una manera de mostrar respeto es poniendo cuidado en cómo se les habla. Los padres muestran respeto a sus hijos diciendo “por favor” y “gracias” y pedir a los niños que hagan lo mismo.
Estimular las decisiones propias: Esta habilidad aumenta en importancia conforme los niños crecen y se convierten en adultos. Se puede fomentar con algunos juegos que requieran la habilidad de tomar decisiones, por ejemplo, las damas o el ajedrez. Cuando los niños toman una decisión, es importante que asuman las consecuencias (positivas o negativas) de ésta.
Dar responsabilidades: Pueden ser tareas diarias o semanales. Estas tareas hacen saber a los niños que los padres creen que ellos son capaces y que confían en ellos para cumplirlas.
No esperar la perfección: Los niños necesitan saber que sus padres los van a aceptar tal y como son, con fallos incluidos. Tal aceptación ayuda a los niños a sentirse seguros de sí mismos, lo que resulta en el desarrollo de una imagen positiva.
Dar la oportunidad de resolver problemas solos: Es importante que los niños aprendan que todos, adultos y niños, fallamos alguna vez. Los niños no pueden aprender cómo manejar desilusiones y frustraciones sin primero haberlas experimentado.
Evitemos la culpabilidad y corregirles en público: Sirve de poco culpar a alguien por algo que ya ha hecho. Es suficiente con mostrarle lo que ha hecho mal y animarle a no equivocarse otra vez sin echarle en cara los errores.
Fomentar que actúe con iniciativa. Debe aprender que el fracaso no es agradable, pero tampoco es un drama. Lo importante es enseñar a analizar los errores para corregirlos de cara al futuro. Debemos mostrar nuestro interés en el esfuerzo más que en el resultado.
Es importante fomentar y cultivar la autoestima de nuestr@s hij@s