El TDA/H se define en el DSM V como un trastorno del neurodesarrollo con curso crónico, esto es, de por vida, que afecta a 3 núcleos básicos del desarrollo: atención, control de impulsos y la hiperactividad. Afecta entre un 3% y un 6% de la población infantil y en la edad adulta es una variable que influye de forma significativa en el desarrollo de problemas de ansiedad, depresión y consumo de sustancias.
DIFICULTADES
Teniendo en cuenta que es necesario atender para aprender las normas sociales, para aprender en el cole y para entender el mundo que nos rodea, carecer de la capacidad de focalizar la atención en estas áreas conlleva un grave déficit en la adquisición de estos aprendizajes.
Junto a esta incapacidad para atender, se encuentra la impulsividad, que se manifiesta de muy diversas formas, interrumpir conversaciones, no esperar turnos, entre otras conductas disruptivas. Pero el problema más grave de la impulsividad es la facilidad con la que los afectados se ponen en situaciones que hacen peligrar su integridad física; un ejemplo, la conducción temeraria.
DIAGNÓSTICO
En cuanto a la hiperactividad, hace su debut más extraordinario, al comienzo de la primaria. Los niños de prescolar pasan de realizar actividades educativas que integran el movimiento corporal a estar sentados en una silla, donde debe estar quieto y atender al docente.
Todo lo anterior significa acatar unas normas que, teniendo en cuenta la sintomatología asociada al TDA/H, sobrepasa las capacidades de los menores con este diagnóstico.
Por este motivo la mayoría de los diagnósticos de TDA/H suelen venir dados por los departamentos de orientación de los colegios. A partir de aquí, la familia del menor con este diagnóstico inicia el camino del aprendizaje de qué es el TDA/H y qué hay que hacer como familia para llevar adelante a este pequeño.
FAMILIAS
Muchas familias pasan por un proceso que cursa con sentimientos de culpa al conocer que el TDA/H tiene una carga genética importante y sentirse responsables de alguna forma por la situación del menor. A la par puede producirse una especie de revelación para los padres al reconocer en el menor conductas propias de sus infancias y poder darles un nuevo significado a las mismas.
Como sea que curse esta primera etapa, la etiqueta de TDA/H permitirá a la familia empezar un camino de crecimiento y formación sobre el trastorno. Podrán a su vez constatar que, una intervención temprana ayuda a salir adelante a la persona afectada.
Se abrirán las puertas a compartir sus experiencias con otras familias afectadas a través de las asociaciones de TDAH de la región. Estas asociaciones disponen de diversos recursos formativos con profesionales especializados en TDAH y de espacios seguros de expresión emocional para las familias que así deseen hacerlo.
TIPOS
Es importante conocer que el TDA/H no cursa igual para todos los afectados. El DSM V desarrolla tres subtipos según prevalezcan unos síntomas sobre otros: inatento, hiperactivo-impulsivo y combinado.
DIFERENCIAS DE GÉNERO
Y también es importante conocer que existen diferencias de género en el curso del TDA/H ya que los patrones de comportamiento de los niños y niñas difieren. La GPC recoge que si bien en los niños la sintomatología más visible es la hiperactividad-impulsividad, en las niñas, el subtipo más común es el inatento.
¿Qué consecuencias tiene esto? Que un niño hiperactivo puede recibir pronóstico más rápido al ser muy evidente el desajuste de su conducta. Sin embargo, las niñas al ser más tranquilas y “no molestar” se camuflan en el funcionamiento del aula.
Dado que no manifiestan conductas disruptivas, su detección se retrasa hasta el momento en que se hace evidente que no están alcanzando los objetivos de aprendizaje marcados. En estos casos, es necesario realizar una buena evaluación que permita iniciar lo más pronto aquellas intervenciones necesarias para que estas niñas desarrollen todo su potencial.
Si te sobrepasa la situación y ves que te faltan herramientas para manejarla, si ves tu hijo lo pasa mal, busca ayuda. en eidem podemos ayudarte. #eidem