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Escucha activa. Todo un arte


Una de las habilidades esenciales que poseemos los humanos para comunicarnos eficazmente es la escucha. Como se suele decir, y aunque algunos lo confundan, no es lo mismo escuchar que oír. Escuchar implica una comprensión del otro, un interés por lo que nos cuenta tanto a nivel emocional como práctico, y por el contrario, oir es una mera audición pasiva de palabras concatenadas.


Pero ¿cómo saber exactamente si estamos escuchando de manera positiva y adecuada, cómo asegurarnos de que nos escuchan respetuosamente los demás?


Tomemos nota:

  • Se produce una escucha profunda cuando el receptor se adecua al tono anímico del que habla (ironía, humor, seriedad, preocupación).

  • Escuchar activamente conlleva resumir el contenido de lo que nos quieren transmitir, de tal forma que no parezcamos artificiales o una grabadora que copia exactamente las mismas palabras y las repite monótonamente.

  • Para que la escucha refleje una comprensión sincera, es necesario saber en qué momento interrumpir, dar ánimos para continuar, reforzar, describir y no evaluar.

Aunque todo lo descrito demuestra que favorece la relaciones humanas, tengo que tener en cuenta también que no siempre tengo que estar obligado a utilizar la escucha activa..

Por ejemplo, es bueno hacer uso de ella si: observo en el otro algún problema o asunto que desea expresar, o que le inquieta y el tiempo del que dispongo es el adecuado.

Si no es así, es mejor posponer el encuentro e invitar al interlocutor a hablar después con más tranquilidad.


Del mismo modo, puedo desechar la escucha activa si el otro no advierte que quiero hablar, ha dominado por completo la conversación o no sintonizo con él.


Lo cierto es que como toda competencia que se precie ha de ser entrenada para llegar a desarrollarse con éxito, pese a que haya gente que nace con más predisposición a escuchar.


La hoja con las instrucciones para la escucha activa contiene las siguientes pautas:

  • Presta toda tu atención a la persona que habla, y dale claras muestras de ello: mírale frecuentemente a los ojos, asiente mediante gestos y expresiones verbales.

  • Repite los puntos clave de aquello que te cuente y que parezca tener importancia para él, para darle a entender que le vas comprendiendo.

  • No lo interrumpas salvo para mostrar que atiendes y para pedir aclaración si no entiendes algo.

Por el contrario, la hoja con las directrices para boicotear una conversación mostrará los ejemplos que pueden interferir en nuestra capacidad de escucha:

  • Hábitos no verbales: desviar la mirada, movernos demasiado o muy poco, apoyar la cabeza en las manos, descuidar nuestra postura, perder el equilibrio y la simetría del cuerpo, cubrirte demasiado tiempo el pecho o el vientre con los brazos, ocultar las manos, no respetar el espacio territorial del otro, etc.

  • Actitudes impulsivas: hacer evaluaciones o emitir juicios críticos, dar consejos sin que te los pidan, tratar de contar nuestro caso o una historia mejor que la que nos cuentan, preguntar selectivamente curioseando, disparar porqués, interpretar retorcidamente las intenciones del otro, etc.

Desde eidem animamos a fomentar y cultivar esta habilidad tan importante. en eidem podemos ayudarte

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