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¿existe la violencia de genero en la adolescencia?


Según la OMS, la adolescencia se entiende como la amplia etapa que va de los 10 a los 19 años convirtiéndose en un periodo fundamental en el desarrollo de los seres humanos, con total trascendencia en la formación de su identidad y su personalidad. Se trata de un periodo muy permeable a las experiencias, por lo que cualquier situación traumática o de violencia que se sufra puede tener graves consecuencias a la hora de modelar los roles y patrones de la vida adulta.


En los últimos años asistimos con preocupación a un creciente aumento de la violencia de género en menores de edad, que redunda en la perpetuación de las desigualdades sociales entre hombres y mujeres y la consolidación de la hegemonía del patriarcado.


A esto se suma el hecho de que las relaciones afectivas comiencen cada vez de forma más precoz, muy influenciadas por el poder de la tecnología y las redes sociales y los estereotipos e ideas sexistas que circulan en ellas, lo que genera múltiples y variadas situaciones de dominio, control y maltrato de los chicos sobre las chicas tanto en el mundo offline como en el online.


Son numerosas las encuestas y estudios que reflejan en cifras esta terrible realidad. Por ejemplo, la Macroencuesta (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, 2015) del Ministerio de Igualdad, señalaba que en total el 24% de las mujeres de 16 a 24 años han sufrido violencia física a lo largo de sus vidas de parejas, exparejas o terceros, frente al 19,1% de las que tienen más de 25 años. En el caso de la violencia sexual los porcentajes descendían al 10,8% para las más jóvenes, frente al 14% de las mayores de 25 años. La misma encuesta recogía que este grupo de población sufría en mayor medida la violencia psicológica de control y que, tras cualquiera de las agresiones descritas, experimentaban un mayor sentimiento de culpa, siendo, además, quienes menos acudían a la policía y los juzgados.


Pero, más allá de las cifras, es importante comprender cuáles son las razones de que en pleno siglo XXI y, con cada vez más acciones orientadas a fomentar la igualdad, lejos de erradicarse, la violencia de género siga creciendo entre la juventud. Las desigualdades de género vienen dadas por la socialización diferencial entre mujeres y hombres con base en los roles y estereotipos de género. Este proceso se inicia desde el nacimiento y ocasiona que los niños y niñas adquieran identidades diferenciadas de género y se comporten de acuerdo con el rol establecido, justificando y perpetuando dichas diferencias. En este sentido, la construcción de los modelos de masculinidad hegemónica, que implica que los chicos sacrifiquen su parte emocional y oculten su vulnerabilidad si quieren entrar en el «club» de la masculinidad, potenciando las actitudes que se asocian a la fuerza, el poder y la dominación sobre los demás, y especialmente sobre las mujeres, tiene una relación directa con la violencia de género en edades tempranas. Por otra parte, uno de los principales factores que mantienen los roles y estereotipos de género se encuentran en la prevalencia de los llamados «mitos del amor romántico», que nutren las relaciones heterosexuales tradicionales.


Internet y las redes sociales son las grandes protagonistas del amor en el siglo XXI, variando la configuración de las relaciones afectivo-sexuales y aumentando sus posibilidades, al mismo tiempo que, lamentablemente, aumentan también las formas de ejercer la violencia en el ciberespacio. La conocida como ciberviolencia de género o violencia de género digital, que no es más que el uso de la tecnología de la información para dañar o agredir a una mujer, está afectando especialmente a las más jóvenes.


Los resultados obtenidos en estudios con adolescentes de 14 a 20 años reflejan que las situaciones de violencia de género en el ámbito de la pareja que un mayor porcentaje de chicas reconocen haber vivido, alguna vez o con más frecuencia, son las de abuso emocional (insultar o ridiculizar), control abusivo general (decidir por mí hasta el más mínimo detalle) y controlar a través del móvil . El 11,1% reconoce que se ha sentido presionada para realizar actividades de tipo sexual en las que no quería participar, el 9,6% que le han hecho sentir miedo, el 8,7% que le han dicho que no valía nada y el 8% que el chico que la maltrató presumía de dichas conductas.



En eidem abogamos por Educación afectivo-sexual en igualdad para prevenir este tipo de casos.

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