Uno de los aspectos importantes a trabajar dentro de un proceso terapéutico cuando hay un desajuste en las expectativas de pareja de una persona es, en primer lugar, evaluar qué pensamientos irracionales y qué mitos nos acompañan en el pensamiento dentro de nuestra búsqueda de pareja para, a posteriori, poder adecuarlos. Es por esto por lo que desde el propio proceso terapéutico procuramos deconstruir las creencias y patrones irracionales que identifiquemos, que muchos de ellos se aprenden a través de la sociedad y de nuestras familias, es decir, los “heredamos” de generación en generación.
El amor todo lo puede. Si hay problemas entonces somos un fracaso. Esto nos hace llevar a cabo rupturas rápidas sin pensarlas porque pensamos que si hay un problema ya no es nuestra “media naranja”. Creer esto, es decir, que las personas cambian por amor, viene a partir de la premisa errónea de que "el amor lo puede todo". Esta creencia errónea puede llevar a aceptar y tolerar comportamientos de la pareja claramente ofensivos desde el convencimiento de que los cambiará porque "te ama".
Yo busco mi media naranja porque existe. Solo existe una persona que nos complemente. Aparece frustración que puede llegar a generar cuando es interiorizada como un patrón rígido. Llevando a la persona a aferrarse a un vínculo solamente por pensar que nunca va a encontrar a otro ser tan perfecto para ella. No encontramos a nadie que nos entienda y por tanto, la búsqueda es desalentadora. Creencia de que elegimos a la pareja que de algún modo "tenemos" predestinada y que, en el fondo, es la única elección posible. Surge en la Grecia Clásica con el relato de Aristófanes sobre las almas gemelas y se va intensificando con los atributos del amor cortés y el romanticismo. Esta creencia nos obliga a aguantar mucho más porque pensamos que “es él o ella” nuestra media naranja.
Si me quiere podremos superar todos los obstáculos. Este mito "da por sentado" que es suficiente con el amor para superar todos los obstáculos que surjan en una relación. Su aceptación puede generar dificultades al usarse como una excusa para no modificar determinados comportamientos o actitudes o mal interpretar conflictos de pareja.
Si miro a mi pareja y no siento pasión ya no le quiero. La pasión eterna o equivalencia que defiende que el amor romántico y pasional de los primeros meses de una relación puede y debe perdurar tras años de convivencia; y el sentimiento de amor y el enamoramiento pasional son "equivalentes". Racionalmente hemos de aceptar que el amor ha de pasar por un proceso y no es menos amor porque haya evolucionado hacia una mayor solidez donde la pasión inicial pierda protagonismo.
Los conflictos del principio no son importantes. Si pensamos que todo lo que suceda en las primeras fases de la relación (tenga la gravedad que tenga y más allá de los normales momentos de desacuerdo, acercamiento de posturas y concesiones), es propio siempre del proceso de adaptación y forma parte del rodaje normal, podemos quitar importancia a conductas que con el tiempo llegan a tener mayor gravedad.
No hay amor verdadero sin sufrimiento. Hay que considerar que amar es compatible con dañar o agredir a partir de creencias del tipo: cariño y afecto son fuerzas que en ocasiones se descontrolan temporalmente; e, incluso, no hay amor verdadero sin sufrimiento. Este tipo de creencias conducen a justificar el maltrato.
El amor lo aguanta todo. Creencia de que el amor "verdadero" lo perdona/aguanta todo, creencia que en frecuentísimas ocasiones da pie a la utilización de argumentos basados en el chantaje con el que manipular la voluntad de la pareja (víctima) imponiéndole sin consideración alguna los criterios propios: "si no me perdonas, es que no me amas de verdad", “si no lo aceptas, es que no me quieres de verdad”.
Si no tengo pareja no me siento pleno. Se reduce a la necesidad de complementariedad; busca un amor que me complemente y me llene por dentro para hacerme suficiente. Esto conduce a la búsqueda constante y a aceptar relaciones insanas, solo por el sentimiento irreal de necesidad.
Mi felicidad depende de mi pareja. Muchas veces dotamos al otro de la capacidad de darnos felicidad por completo de modo que dejaremos todos nuestros ámbitos relegados si nos lo pide o consideramos que le hace feliz.
Solo cuando te sientas un ser completo y feliz con tu vida, cuando sientas que no necesitas una pareja, entonces estarás demostrando que estás preparad@ para iniciar una relación sana, sin dependencias, sin miedos, la vida en pareja debe ser un opción, no una necesidad. Estar sin pareja no es estar sol@, deja atrás la dependencia y vive libre, con o sin pareja, pero libre.