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No soy una cosa, soy una mujer.


Las leyes diferencian el abuso de la agresión sexual por el uso o no de la violencia al comerte el delito. ¡Que poco entienden las leyes de emociones! Da igual que lo llames abuso o agresión, lo que importa es lo que le pasa a una mujer después de haber sido utilizada contra su voluntad, con o sin resistencia, por un hombre o un grupo de ellos.

Resistirse o no

En la consulta hemos trabajado con víctimas de violencia sexual, a veces no se resistían, por el bloqueo que produce el pánico o porque sabían que eso sólo empeoraría las cosas, simplemente esperaban a que acabase cuanto antes para ir a la ducha y tratar de arrancarse el dolor y la impotencia de la barbaridad que acaban de vivir.

También hemos visto mujeres que trataron de defenderse de su agresor, todas ellas acabaron golpeadas, magulladas e igualmente violadas con más violencia si cabe ¿esa es la respuesta que la justicia pide a las mujeres que son agredidas?

Consecuencias

Dependiendo de las circunstancias en las que se produce el abuso o la agresión: En casa, en la calle, en el colegio, transporte público, por parte de un familiar, amigo, desconocido, en la infancia, adolescencia, vida adulta… las consecuencias se pueden vivir de forma diferente, pero comparten características comunes.

Las propias del estrés postraumático:

- Revivir la agresión, a través de imágenes involuntarias y recuerdos que acuden a la mente durante el día y también por la noche provocando insomnio y pesadillas.

- Irritabilidad, enfado constante, falta de concentración.

- Aumento de la ansiedad, se disparan las señales de alarma ante cualquier situación, que antes se consideraba segura. El estrés permanente pasa a formar parte de su vida.

- Depresión, tristeza permanente pudiendo ir acompañada de autolesiones, ideas o conductas de suicidio.

- Conductas de evitación a pasar por lugares donde ocurrió la agresión, a hablar con personas desconocidas, incluso a relacionarse con otros hombres.

- Anestesia emocional: Imposibilidad para expresar sus emociones, incluso para identificar las de los demás, dificultad para manifestar sentimientos de cercanía afectiva con los demás.

La culpa

Quiero dedicar especial atención a esta consecuencia porque me llama mucho la atención, no se da en otros casos de estrés postraumático.

Las mujeres agredidas sexualmente en un alto porcentaje se echan la culpa de haber sido agredidas. Durante mucho tiempo se ha dicho en este país “Y que quieren, si van provocando” Siempre les digo: “Tú puedes ir por la calle enseñando tu cuerpo tanto como quieras y eso no le da derecho a nadie a tocarte en contra de tu voluntad” Lo entienden, pero siempre dicen, Si no hubiera llevado minifalda, si no le hubiera besado, Si no me hubiera quedado a solas con él, si no me hubiera maquillado… Se echan la culpa, creen que si lo cuentan, su familia o sus amigos las pueden culpar y cargan con ello toda su vida.

La realidad es que lo que convierte a una mujer en víctima no es lo que haga o diga, si no sencillamente el género al que pertenece,

Porqué

Me atrevería a decir que en mayor o menor medida todas las mujeres hemos sufrido algún tipo de acoso, abuso o agresión sexual en algún momento de nuestras vidas.

Debemos poner el énfasis en la educación, los más jóvenes son los que pueden cambiar el futuro. No se trata sólo en transmitir a nuestros hijos e hijas que todos somos iguales en obligaciones y derechos como dice la constitución, si no en demostrarlo día a día, en casa compartiendo tareas domésticas, laborales, respetando las opiniones de todos los miembros de la familia, evitando los micro y macro machismos.

Puede parecer raro, hablar de machismo en el siglo XXI, pero el año pasado, una paciente de nuestro centro con sólo 13 años, escuchó en su instituto como un compañero le decía: “Tu cállate, que las mujeres solo servís para fregar” Esas ideas hay que trabajarlas en casa desde la teoría y desde el ejemplo, porque son un germen peligroso. Hay que educar a los hijos en que haga lo que haga una mujer, ni es propiedad de nadie, ni es menos que nadie y por supuesto merece el mismo respeto que un hombre.

Los hombres de verdad no actúan en manadas

Por supuesto, este artículo no pretende culpabilizar a los hombres, como género masculino. La mayoría de los hombres son seres humanos empáticos y con sentimientos sanos de afecto y respeto a las mujeres y ellos también salen a la calle y piden justicia para las víctimas.

La justicia debe entender que más allá de los nombres de los delitos, una mujer víctima de abusos o agresiones sexuales, es alguien a quien se le ha destrozado la vida, su presente y su futuro. Siempre arrastraran dificultades para lidiar con su vida, estas mujeres han sido sentenciadas y condenadas a vivir siempre con ese recuerdo y sus consecuencias. Sus agresores serán libres, ellas jamás recuperarán su libertad.


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