Los pensamientos rumiativos son aquellos que se repiten una y otra vez en nuestra cabeza, están asociados a un elevado nivel de ansiedad y por tanto a un intenso malestar, interfiriendo en gran media en el correcto desarrollo de la vida diaria de quien lo padece.
Ya sea por aprendizaje o por cuestiones de carácter, hay personas que tienden a desarrollar este tipo de pensamiento, mientras que otras no lo hacen.
Consecuencias de este tipo de pensamiento.
Padecer esta dificultad, afecta en gran media a nuestro bienestar personal y a la posibilidad de disfrutar la vida plenamente.
Provocan preocupación y ansiedad elevada y constante.
Dificultan que mantengamos una vida activa, por lo que vamos perdiendo refuerzos del exterior, pudiendo llegar a sufrir una depresión.
No nos permiten centrar la atención en nuestra vida laboral, familiar o de pareja, ni por tanto, disfrutarla.
Provoca enorme cansancio ya que la preocupación requiere toda nuestra energía.
Interfiere en la conciliación y calidad del sueño.
El proceso de los pensamientos rumiativos
¿Tengo pensamientos rumiativos porque tengo la ansiedad alta o tengo la ansiedad elevada porque me la provocan los pensamientos rumiativos? La respuesta en que ambas interactúan alimentándose la una a la otra, no obstante, si la ansiedad no es alta, las probabilidades de tener este tipo de pensamientos es muy baja. Por tanto es propio de personas con ansiedad elevada.
Cuando aparece un pensamiento que nos preocupa y la ansiedad está arriba, sentimos que no podemos dejar de pensar en ello, lo rumiamos para tratar de resolverlo, pero en su mayoría son problemas inexistentes que por tanto no podemos solucionar, a su vez el no poder solucionarlo, hace nuestra preocupación crezca y por tanto también nuestra ansiedad, lo que perpetúa un círculo vicioso del que no sabemos como escapar.
Cómo afrontar este problema
Desde la experiencia en terapia, el modo de intervenir en este tipo de dificultad ha de hacerse siempre desde 3 vertientes:
Cognitiva: Trabajar el pensamiento en sí. La parada de pensamiento no resulta muy eficaz en este caso, puede distraerlo un rato pero si el pensamiento ya se ha hecho fuerte, querrá volver una y otra vez. Sin embargo trabajando desde la reestructuración cognitiva, desmontando los pensamientos irracionales sobre una base racional, estamos atacando el pensamiento en sí, lo hacemos más débil y poco a poco irá dejando de asustarnos.
Fisiológica: Entrenaremos en cuerpo en relajación, es decir, le enseñaremos que a parte de estar en tensión constante, también puede estar relajado. Este aprendizaje corporal en muy eficaz desde la relajación muscular progresiva de Jacobson ya que es muy físico y nos permite tomar conciencia de como estamos.
Conductual: En muchas ocasiones este estado de preocupación nos ha conducido a desatender amistades, actividades gratificantes, trabajo, familia, ya que toda nuestra energía se ha centrado en resolver un posible problema y eso nos ha impedido hacer otras cosas. Es importante ir retomando la vida normal al tiempo que la ansiedad va bajando y los pensamientos rumiativos ceden. Eso a su vez nos dará la autoconfianza de ser capaces de tomar el control y revertirá en nuestro bienestar.
Han de tratarse las 3 áreas paralelamente para que una no frene el proceso que consigue la otra. Es decir, si abordamos un pensamiento rumiativo desde la terapia cognitiva, pero no trabajamos a la vez con relajación, nuestra ansiedad seguirá fuerte y tratará de alimentarse buscando otras preocupaciones. Si trabajamos lo fisiológico, pero seguimos evitando afrontar situaciones que normalizan nuestra vida, como ir a trabajar o hacer planes sociales, seguiremos sintiéndonos incapaces y el problema seguirá ahí, por ello es importante que la intervención trabaje todas las áreas.
Sobre todo es importante no olvidar que los problemas se resuelven cuando aparecen, no podemos solucionar un posible problema que no existe y en la mayoría de los casos nunca existirá.
Si solo no puedes busca ayuda, deja de sufrir y recupera tu bienestar.